Gonzalo Barrena.

La etapa que atravesamos está plagada de daños directos, dramáticos, y de un sinfín de efectos colaterales desconocidos, aunque imaginables. Pero al mismo tiempo, florecen en los rincones del mundo comportamientos ejemplares, y muchos aciertos que brotan del suelo a medias entre el azar y la estación.

En el IES El Sueve de Parres la acción pedagógica se ha vuelto pregnante, eficaz; y ha brotado improvisadamente de la ciénaga digital, prendida de bellas imágenes naturales. Algunos alumnos, muchas alumnas, están mostrando cómo el carro de la competencia en el lenguaje pasa por encima de los bueyes burocráticos, ahora que se ha abierto la veda digital con ocasión de la epidemia. «Ellas bailan solas» delante de la cámara, en un escenario partido en dos: los amantes de la literatura y los que se enredan -nos enredamos- con la sintaxis.

De dos en dos, los muchachos avivan escrituras, reviven a sus autores y enderezan con el móvil los renglones torcidos de la red. ¿Quién dijo que no es posible disfrutar aprendiendo?. Aquí, las alumnas y una profesora con nombre medieval dan pistas a todo dios -menor- de dónde se puede ver la luz en esta etapa, umbrosa y casi fósil de la pedagogía.

Y sin permiso, porque el maná de Jimena y sus alumnos viene gratis, envuelto en el rocío electrónico, comparto su acierto con un enlace al video de Emilia Pardo Pazán, entrevistada a destiempo.